‘El hijo del ogro’ podría ser una tragedia clásica llevada al cómic, un romance de ciego en viñetas. El francés Grégory Mardon presenta un  relato medieval que indaga en los giros del destino, a través de Benoit, un joven al que su fascinación por el verdugo de su villa le acarreará terribles consecuencias. Ediciones La Cupula publica esta fábula gris, una especie de Príncipe Valiente ‘chungo’, que va más allá de la aventura para hablar de los grandes sentimientos humanos.

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‘El hijo del ogro’ está ambientado en el medievo, no tanto en la época histórica como en lo que el imaginario colectivo asocia a  ‘medieval’: castillos, villas, caballeros, reyes  y plebeyos. Benoit es un niño que vive junto a su madre, una costurera que trabaja para el rey. Como por aquel entonces no había tele ni programas del corazón, el pueblo se entretiene mirando las ejecuciones públicas, llevadas a cabo por un verdugo gigantón que fascina al chaval.

Para resolver el misterio que rodea al macabro funcionario, Benoit decide seguirlo hasta su choza en el bosque y llevarse de allí un recuerdo… Pero ‘la curiosidad mató al gato’, y al joven le va a acarrear la ejecución de su propia madre y el exilio. Arranca así el periplo del muchacho, que se unirá a un grupo de mercenarios y comenzará una vida errante en la que su alma se irá ennegreciendo poco a poco.

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Con este planteamiento, Mardon guía con talento al lector a través de una fábula oscura, mezcla entre las leyendas medievales y las películas de Tim Burton. Grégory Mardon, autor conocido por sus obras de caracter intimista centradas en la vida cotidiana, cambia de registro y se atreve aquí con una historia medieval, en la que sin embargo huye de la épica para centrarse en el destino trágico.

La oscuridad de este cuento se refuerza en el aspecto gráfico gracias a un dibujo muy expresivo, en gama de grises, en el que Mardon incluye frisos y elementos medievales que retrotraen a las estampas de los romances de ciego. ‘El hijo del ogro’ es una lectura más que notable, una apuesta cuya cuidada narración no defraudará.